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lunes, 5 de julio de 2010

Escritos de Geenom 17

Todo en la naturaleza es plural. La palabra como reflejo del pensamiento. La práctica, materialización de los deseos y los pensamientos.




Todo necesita su parte, pues nada es individual si no sucumbiriamos. Necesitamos siempre a otra persona para manejar los asuntos en lo que se refiere a la vida....


Todo en la naturaleza es plural. No hay nada que sea individual, no hay un ser único en una especie; si fuese único sucumbiría.

 

Todo está creado para encontrar su correspondencia. Cualquier cosa que analicemos en la naturaleza, nos mostrará que su creación ha estado basada en un destino cierto: el dar lo que produce, lo que es capaz de crear. Las flores producen aroma, generan nuevas plantas y además embellecen el paisaje.

Cualquier cosa que existe en la naturaleza es plural, nada es singular. El hombre que almacena dentro de él todo cuanto aprende y no enseña a los demás lo que ha aprendido, cuando muera no habrá dejado huella de su paso por la Tierra. Nadie recordará a este hombre, porque ha sido un ser que ha buscado la individualidad, ha buscado el

aislarse de los demás. Incluso para odiar se necesita el que odia y el que es odiado. Todo es plural.

Si el andar por la vida es una búsqueda constante del Yo interno, cuando se haya encontrado es el momento de enseñar a los demás cómo se busca. Algunos lo intentan y pocos lo consiguen. Durante la

búsqueda, necesitan exteriorizar aquellas sensaciones que les llegan a la mente: sensaciones de alegría y lo exteriorizan cantando, sensaciones

de amor y lo exteriorizan componiendo poesías. La forma de expresión más material es la propia palabra como reflejo del pensamiento. La palabra es el reflejo más denso, más accesible, del pensamiento.

El poeta quiere exteriorizar a los demás este sentimiento y lo hace por medio de la palabra, porque sus semejantes tienen que saber lo que él siente. Y lo hace de una forma bella; no utiliza palabras vulgares. Busca en la naturaleza la forma de poder expresarlo mejor. Un río no es para el poeta simplemente un río; puede ser murmullo o arrullo. Cualquier cosa que es reflejo del río, es utilizado por el poeta. Pero la poesía está olvidada. Las palabras se utilizan para convencer a los demás de que somos mejores y más buenos. No es la palabra lo importante. La palabra es teoría; los hechos son la práctica, por tanto la materialización de un deseo y de un pensamiento.

Si el hombre siente calor, busca la sombra para refrescar su organismo. Si el hombre siente frío, busca el calor para sentirse más vivo. El hombre vive siempre pendiente de su cuerpo, de que esté cómodo y atendido, y para ello pospone la atención que su espíritu merece. No damos importancia al espíritu y él es el que realmente dirige y controla todo lo que hacemos. El espíritu ve por encima de lo que nosotros vemos, siente por encima de lo que nosotros sentimos, se comunica por encima de las palabras y por encima de los hechos. El espíritu está por encima de nuestras percepciones físicas.
Si no atendemos nuestro espíritu, cada vez se irá recargando de más y más capas, de vestiduras que variarán su color dependiendo de los actos que realicemos, y está claro que las vestiduras que lo cubrirán serán vestiduras oscuras, porque todo lo estaremos dirigiendo para la satisfacción de nuestro cuerpo, y con vestiduras oscuras la luz no penetrará.

El hecho de vivir ya es una manifestación clara y palpable de que

no estamos solos y de que hemos recibido algo muy importante: la vida. Gracias a nuestros padres podemos vivir.
El egoísta no quiere relacionarse con los demás para no tener que dar. Niega hasta la vida a su probable hijo.

No da nada de sí mismo, sólo está con la puerta de entrada abierta y tiene la de salida cerrada a cal y canto. Todo lo que recibe es material, pero la materia pesa. Cuanta más materia almacene, más pesará y más difícil será andar, porque la materia será un lastre. No podrá después desprenderse de ella con facilidad, porque para eso hay que darla. El

que no la da, el que sólo recoge, se empezará a hundir. Lentamente se empezará a hundir. Cuando ya esté hundido perecerá, se habrá fundido con la materia. Todo, absolutamente todo, desde la cosa más material a la cosa más etérea, debe servir para enriquecernos en un momento dado. Extraeremos de ello lo que necesitamos y el resto lo deberemos dar.

Nadie debe pedir lo que le sobra. Todos debemos dar lo que no vamos a utilizar. Nadie es más importante por tener más posesiones. El más importante es el que mucho ha recibido y mucho ha dado. Todo se reduce a la palabra amor. Y amor es dar. Amor es entregar la mano a tu hermano si tu hermano necesita esa mano.

No sirve de nada nuestro cuerpo una vez que ha muerto, que la carne empieza a corromperse, porque dentro de nosotros están los suficientes elementos como para hacer desaparecer nuestro cuerpo una vez que ha fallecido. Así pues, ¿para qué queremos enriquecer nuestro cuerpo?, ¿de qué sirve colgarle medallas y abalorios, si nada de eso puede hacernos crecer? Crecer en sabiduría, en la luz, en nuestra propia estimación y en la estimación de los demás.

La sencillez de conceptos, el hablar para que todos nos entiendan, es una forma de dar. El hablar con pedantería para entenderse

solamente uno mismo, es soberbia. Esto es un simple ejemplo de lo mal

que se puede utilizar la palabra y aquello que, sin merecerlo, hemos recibido.