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domingo, 30 de mayo de 2010

Escritos de Geenom 10

Todos los derechos reservados al grupo AZTLÁN "LOS MANUSCRITOS DE GEENOM" "INDUCCIONES" La vida como escuela. Por qué nacemos.








Vivir en la tierra es como ir a la escuela, cada acontecimiento que vivimos es algo que tenemos que aprender pues es necesario para pasar a otro nivel más avanzado.



Vivir en esta tierra es como ir a la escuela. Cada uno de los acontecimientos que vivimos son las lecciones que tenemos que aprender. Una vida sin problemas es como una escuela sin aulas, sin profesores, sin materias que estudiar.

Nacemos para aprender. Cada vez que morimos sufrimos un examen que nos capacita o nos inposibilita para ascender a planos superiores. Nosotros mismos somos los catedráticos y nosotros mismos decidimos si hay que repetir curso  o no, si hay que repetir alguna materia o no, y si hay que repetirla , en qué condiciones ambientales podremos estudiarla mejor.

Teniendo el convencimiento interno de que el andar por la vida es una acumulación constante de conocimientos, las dificultades las veremos como lecciones que hemos de aprender. Quizás algunas se hagan mas dificiles que otras. Quizas algunas lecciones esten más de acuerdo a nuestra forma de ser y de pensar, por tanto las asimilaremos antes, porque serán materia que ya habremos estudiado concienzudamente en vidas anteriores. Pero también habrá lecciones que nos cuesten más trabajo porque no vayan tan directamente relacionadas con nuestra forma de ser y de pensar. No obstante, hay que estudiarlas y aprenderlas porque, no conocemos el futuro inmediato, debemos adquirir conocimientos para hacer frente a las dificultades de todo tipo que se presenten.

El hombre es un ser débil e indefenso que actúa con violencia y egoísmo para defenderse de sus semejantes. Debería acutar humildemente y generosamente para acercarse a ellos. Es posible  que sufra muchas decepciones y muchas traiciones, pero estará a bien con su conciencia con su Yo interno, que es, en definitiva, el que después será catedrático cuando abandonemos nuestro cuerpo actual. Dependerá de nuestro grado de evolución que el ser de luz que encontremos al otro lado de la barrera seamos nosotros mismos, nuestro otro yo, nuestro Yo interno o profundo o se trate de un ser de luz diferente más evolucionado y por tanto,  más preparado para ayudarnos.

Si adquirimos suficientes conocimientos a nivel espiritual, podremos nosotros mismos, nuestro YO interno, indicarnos nuestros fallos más intimos para corregirlos en vidas posteriores.

Si hemos sido obtusos, retorcidos y egoístas, nuestro Yo interno no estará capacitado porque le habremos cerrado, en vida, la entrada de esos conocimientos adquiridos y tendrá que ser otro espíritu, otro ser de luz, el que nos indique dónde hemos errado.

El egoísmo aísla a un yo del otro Yo. El materialismo, la agresividad, el odio, separan a los dos "YO".

Limitar nuestro cuerpo a la búsqueda del placer es como andar por un camino utilizando un vehículo para el aire. Si hay que andar el camino, hay que hacerlo con las piernas, con los pies, o en último caso, con un vehículo de tierra. Pero dedicar únicamente nuestros esfuerzos a la búsqueda del placer, es minusvalorar nuestro cuerpo y nuestro Ser. No aprederemos nada y tendremos que volver a empezar una y mil veces, estaremos sujetos con un ancla que tendremos que sacar después del fondo con mucho más esfuerzo.

Mirar por encima del hombro a los semejantes significa que después tendremos que ponernos de rodillas delante de ellos. Hablar con orgullo, con soberbia, significa volver a pedir perdon humildemente.

Durante el tiempo que estemos actuando con soberbia, el reloj de evolución se encuentra parado y el de involución está en marcha. Únicamente de nosotros depende el poner uno u otro en marcha.