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martes, 8 de junio de 2010

Escritos de Geenom 11

Todos los derechos reservados al grupo AZTLÁN "LOS MANUSCRITOS DE GEENOM" "INDUCCIONES"









El fin básico de las cosas creadas. Inmutabilidad de las leyes cósmicas

El hombre se esfuerza mucho por proteger su imagen, pero lo que tiene debajo en la parte más profunda, no se preocupa de protegerla. Esa parte es su alma Dios-Interno.

El hombre gasta su tiempo y sus energías trabajando para procurarse el alimento y las ropas que le cubren. También gracias a su trabajo tiene acceso a la cultura. Pero el hombre utiliza muchos de los recursos que adquiere, en ropas que no están pensadas para su fin lógico, no están pensadas como algo que le cubra de la inclemencia del tiempo. La ropa a adquirido otra función, quizás más importante que la de protegerle de las inclemencias del tiempo. El hombre necesita que su ropa tenga una forma y unos colores que estén de acuerdo con los cánones que marcan sus semejantes. Estos cánones son constantemente cambiados, no son inalterables. Cambian en cuanto se cambia de ciudad, de país y de continente.

Sin embargo, lo que hay bajo la ropa, lo que está incluso bajo la piel, lo que está en la parte más profunda, no se preocupa de protegerla. Le da una capa superficial y no vuelve a ocuparse de ella; sólo se ocupa de vez en cuando, sobre todo cuando tiene miedo o quiere conseguir algo que no puede conseguir con dinero.
El traje con el que cubrios a ese otro cuerpo nuestro es siempre igual. Ese traje son las leyes cósmicas. Ser inmutables. Debemos cubrir nuestra parte más profunda, nuestro cuerpo más interior, dándole una ropa que este de acuerdo con el resto de los demás cuerpos interiores. Y esta ropa es inmutable, es igual para todos los cuerpos para todos los Yo profundos. No está sujeta a cánones arbitrarios, sino que está sujeta a unas normas perfectas y concienzudamente estudiadas, que sirven, que han servido y servirán.

Si observamos detenidamente las cosas por su función, veremos la cantidad de tiempo y energías que el hombre pierde tratando de cambiar la función básica de las cosas. El agua, en su composición molecular, tiene dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Podremos adulterarla, gasificarla, descomponerla por medio de la electricidad, quedando separados los dos átomos de hidrógeno, por una parte, y el oxígeno por otra, pero el agua tiene una utilidad que no ha sido cambiada, es inmutable: da humedad y vida a los tejidos de todos los seres vivos. Fertiliza las tierras y conforma los climas.

El hombre tiene una finalidad: llegar hasta Dios. Podrá deambular hacia adelante, hacia atrás, hacia un lado o hacia otro, pero su final está en Dios.

No intentéis cambiar las cosas que son básicamente inmutables, porque entonces estaréis dando palos de ciego, os estaréis perjudicando a vosotros mismos. No compliquéis vuestra existencia con cosas banales; eso os hará perder mucho tiempo y el tiempo no os sobra.

La vida en la Tierra de la actual generación tiene su final muy próximo. Perder el tiempo en cosas banales solamente es lógico cuando la psique está alterada o está cansada. Analicemos cuál es el tiempo que hemos perdido cuando nuestra psique esta descansada y cuando está cansada. Siempre hay algo importante que realizar y no debemos dejar pasar lo que quizás no vuelva.