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miércoles, 26 de mayo de 2010

Escritos de Geenom 9

Todos los derechos reservados al grupo AZTLÁN "LOS MANUSCRITOS DE GEENOM" "INDUCCIONES" El sentido de la vida. La planta del amor y la planta del odio.








La vida empieza a tener sentido cuando una abeja toma el polen de una flor y fecunda a otra flor; cuando un perro muere de dolor porque ha muerto su amo; cuando un hombre mira tiernamente cómo nace y cómo crece su hijo; cuando un hermano mayore ayuda a levantarse a un hermano pequeño.

La vida tiene sentido cuando ayudas a otor a ponerse de pie y a andar, cuando respiras hinchando tus pulmones de aire y notas que no estás solo, a pesar de estar en un desierto; cuando miras al cielo y ves que las estrellas dominan el firmamento. Comprendes, entoces, que no estás solo, que la vida es mucho más que el simple palpitar tu corazón.

La vida tiene sentido cuadno andas, cuando evolucionas y no dejas tras de ti amargura; cuando detrás has dejado alegrías, cuando has dejado amigos y hermanos. Cuando has dejado un grato recuerdo en todo aquel que te ha conocido, es cuando la vida tiene sentido.

Si detras de ti has dejado odio, piensa que esas son las raíces de la planta del odio, y que los frutos que cosecharás en el futuro serán frutos amargos, ácidos. Si la planta que crece tiene raíces de amor, los frutos serán dulces y nutritivos y serán tu alimento el andar de cada día.

Si estás en un laberinto y todo tu afán consiste een encontrar la salida con ansiedad, cuando vuelvas a caer en el laberinto tendrás que perder el mismo tiempo, porque no te habrás aprendido el camino. Busca la salida aprendiendote el camino, no desesperadamente.

No cortes los árboles, porque los árboles hacen que el terreno sea más esponjoso, más fértil, más abierto la humedad y a las lluvias. Los árboles son los pasos y las actitudes que tomas en la vida. Bajo esas actitudes se cobijan los pensamientos y las ideas de los demás.

Tu mirada debe ser clara y limpia, directa a los ojos del que hablas. Si te rehúyen tu mirada, ya sabes que tu interlocutor está plantando un árbol de miedo, de odio y de amargura.

Es muy sencillo: en tu mano izquierda tienes la semilla del árbol del odio. En tu mano derecha la semilla del árbol del amor. Tuya, exclusivamente, es la decisión de plantar u otra. Si plantas la semilla del amor, extiende tu mano con la semilla del odio para que las aves del cielo se la coman, porque su fruto no es comestible para el hombre.

No tengas en cuenta los halagos de los demás cuando estés en lo alto. Solamente en las ocasiones dificiles se muestran las verdaderas intenciones de los que nos rodean. Verás al temeroso que se esconde y no te mira,al falso que se acerca y te dice que no has obrado correctamente, al que intenta hacer leña del árbol caído. Pero también verás a los que andan a tu lado, a los que no intentan hacer de tu caída su elevación. Aquéllos son los que no tienen personalidad propia, son los que viven gracias a la personalidad de los demás. Cuando triunfan, están a su sombra; cuando fracasan, se empinan sobre el árbol caído. No te ates a los halagos. El que te quiere no te halaga, te apoya sin palabras. Sabrás quién es el que te quiere cuando te veas reflejado en él.

Los cazadores, cuando saleb al campo, sueltan los perros para que busquen la presa. Los cazadores furtivos, los que están agazapados y escondidos, se aprovechan de la pieza que se levanta cuando llega el perro del cazador; siempre están aprovechándose del trabajo de los demás.

Apoya tu mano sobre el hombro de aquellos que andan contigo, porque si te sientes débil, ellos te cogerán si te sientes fuerte, andaréis más deprisa. No metas en tu zurrón piedras. Mete las reacciones positivas de tu cerebro; esos son los motores que deben mover tu iniciativa.

Limpia tu espíritu de piedras que lo hagan pesado. Llénalo de buenos sentimientos y podrás ir mucho más deprisa.

Usa tu imaginación. Usa tu cuerpo y los medios que la naturaleza pone a tu alcance. No tengas temor porque los cobardes no andan, se esconden, se atrofian, restingen su capacidad creativa y su capacidad de amar, porque se han convertido en seres egoístas.

Sé generoso, que para serlo hay que tener valentía.